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Vanio Coelho

VANIO COELHO

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Eran cinco de la tarde



Quem já não considerou o trabalho sob o prisma bíblico de um castigo, aquele do que só com teu suor ganharás o pão? Quando não nos assola o espectro da desolação, da inutilidade do que fazemos, do tédio profissional, da armadilha da repetição, vícios dos quais não conseguimos escapar? Dessa angústia que de tempos em tempos nos acomete? De que tudo parece igual, insípido, monótono, aquela descida no gráfico da existência? Minutos são horas, a bateria humana envia sinal de baixa carga, o entusiasmo arrefece, os dias se sucedem sem esperança e o intelecto sofre paralisia? “Sem trabalho, toda vida apodrece. Mas, sob um trabalho sem alma, a vida sufoca e morre”, advertia Albert Camus.


Garcia Lorca descreve a morte do toureiro Ignacio Sánches Mejías sob as badaladas do relógio na praça, às cinco da tarde: “Ay qué terribles cinco de la tarde! ¡Eran las cinco en todos los relojes! ¡Eran las cinco en sombras de la tarde!" Pois aproveite, amigo, o fim de semana e faça um balanço social de sua vida. Responda com sinceridade: amo minha família, mereço meus amigos, justifico minha existência? Se preciso, experimente mudar seu estilo de vida antes que o fantasma da fatalidade passe a ditar seu rumo. Transforme as cinco badaladas de seu relógio existencial numa segunda chance de ser útil para ser amado.

Leia a seguir o poema na íntegra:


La cogida y la muerte


A las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tarde. Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde. Una espuerta de cal ya prevenida a las cinco de la tarde. Lo demás era muerte y solo muerte a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones a las cinco de la tarde. Y el óxido sembró cristal y níquel a las cinco de la tarde.

Ya luchan la paloma y el leopardo a las cinco de la tarde. Y un muslo con un asta desolada a las cinco de la tarde. Comenzaron los sones del bordón a las cinco de la tarde. Las campanas de arsénico y el humo a las cinco de la tarde. En las esquinas grupos de silencio a las cinco de la tarde. ¡Y el toro solo corazón arriba! a las cinco de la tarde. Cuando el sudor de nieve fue llegando a las cinco de la tarde, cuando la plaza se cubrió de yodo

a las cinco de la tarde, la muerte puso huevos en la herida a las cinco de la tarde. A las cinco de la tarde. A las cinco en punto de la tarde.

Un ataúd con ruedas es la cama a las cinco de la tarde. Huesos y flautas suenan en su oído a las cinco de la tarde. El toro ya mugía por su frente a las cinco de la tarde. El cuarto se irisaba de agonía a las cinco de la tarde. A lo lejos ya viene la gangrena a las cinco de la tarde. Trompa de lirio por las verdes ingles a las cinco de la tarde. Las heridas quemaban como soles a las cinco de la tarde, y el gentío rompía las ventanas a las cinco de la tarde. A las cinco de la tarde. ¡Ay qué terribles cinco de la tarde! ¡Eran las cinco en todos los relojes! ¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

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